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A ZARAGOZA O AL CHARCO


Usamos esta curiosa expresión cuando queremos reforzar nuestras ideas, cuando estamos convencidos hasta las últimas consecuencias de que algo es cierto, y también para indicar la terquedad o tozudez de algunos.

Famoso es el cuento de los aragonéses. A mitad de un camino, un paisano le preguntó a otro donde iba. "A Zaragoza"-dijo el primero.

- Será si Dios quiere-, le puntualizó el segundo.

-Ire a Zaragoza lo quiera Dios o no- le replicó el otro siguiendo su camino. Dios, enfadado por esa ofensa, bajo a la tierra tomando aspecto humano, le hizo la misma pregunta y la respuesta fué la misma.

Así que Dios lo convirtió en rana y lo metió en un charco que allí había. Después de un tiempo, Dios se apiadó, lo sacó del charco y le devolvió su forma humana anterior.

El maño tomó de nuevo la dirección a la capital, y Dios, convencido de haberle dado un escarmiento, se le volvió a aparecer para hacerle de nuevo la pregunta.

-Y ahora...¿dónde vas?

Esta vez, la respuesta fue distinta.

-A ZARAGOZA... O AL CHARCO.

La tozudez también tiene otra buena frase. "No bajarse del burro". Nunca mejor dicho.

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