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ATAR LOS PERROS CON LONGANIZA

¿Os imaginais la alegría de un perro al que le atáramos una cadena hecha con una buena ristra de chorizo o de longaniza?. Con esta expresión aludimos a ese pais fantástico donde todo es abundantemente lujoso y placentero, también llamado Jauja.
Se dice, a saber si a saber si con algún viso de realidad, que la fábula se hizo cierta en el precioso pueblo salmantino de Candelario, famoso por sus embutidos.
Allí vivió a finales del siglo XVIII Don Constantino Rico, o mejor , "el tío Rico el choricero", proveedor real inmortalizado por el maestro Goya en un conocido tapiz.
El choricero tenía una fábrica de embutidos en la que trabajaban muchas empleadas, y fue a una de ellas a quien se le ocurrió la brillante idea de atar a la pata de una silla con una ristra de longanizas a un perrillo que molestaba. Quienes lo vieron lo contaron, y el pueblo interpretó tan curioso hecho como símbolo claro de la opulencia con que se vivía en casa de Don Constantino.
Pues eso es vivir en Jauja desde el siglo XVI, un lugar ideal que existía en el imaginario; en América. Cierto es que también existe en la realidad una capital llamada Jauja, en el centro del Perú. Es muy conocida por sus tradiciones y fiestas que se celebran los doce meses del año.