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CAMPANA DE LOS PERDIDOS


Muchas son las historias que rodean a la Parroquia de San Miguel de los Navarros de Zaragoza. Desde recibir ese nombre por la aparición del arcángel San Miguel, ayudando a los Navarros que allí acampaban y asediaban a la Zaragoza musulmana, o a ver la boda de los padres de Francisco de Goya. Pero la mas curiosa sin duda es la de la Campana de los Perdidos.

En el siglo XVI, la plaza de San Miguel marcaba el final de Zaragoza, delimitada en esa zona por el río Huerva. Muchas personas lo cruzaban cada dia para ir a sus campos, y como toda la ribera del río estaba llena de cañaverales del doble de la estatura de una persona y laberínticos caminos, amén de la niebla que siempre ha caracterizado los inviernos de Zaragoza, dificultaban mucho el avance por la zona.

Algunos se desorientaban y en medio de la noche se perdían de regreso a la ciudad, que todavía no tenia alumbrado publico.

Un invierno muy frío y lluvioso se encontraron a la orilla del río los cadáveres de dos mujeres, que extraviándose en la noche, murieron abrazadas tratando de darse calor una a otra.

El clero de San Miguel decidió costear la instalación de un fuego con unos espejos en lo alto del campanario, para que sirviera de faro; pero una fuerte tormenta lo destrozó. Así que los vecinos pidieron al Ayuntamiento que desde el crepúsculo hasta media noche tocaran las campanas de la iglesia cada media hora. Se instalo en lo alto de la torre una pequeña habitación para que pudiera estar allí el campanero.

La campana tan solo dejó de socar durante los dos sitios que sufrió la ciudad en la guerra de la Independencia, y posteriormente a principios del siglo XX, pero con la restauración del templo se recupero la tradición, por lo que hoy en dia siguen sonando 33 campanadas, que como hace siglos, marcan el camino de los perdidos. Digno de escuchar a las 22 horas y 10 minutos de cada noche.


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